Hace un mes que acabé la radioterapia. Los quince primeros días fueron bastante duros, porque una vez acabas el tratamiento, piensas que te pondrás bien al instante, pero no es así. Pasé días con mucho agotamiento, cansancio, sin energía y pérdida de apetito, porque la radioterapia sigue destruyendo células, de una manera más concentrada en la zona local. Poco a poco fui recuperándome y ahora puedo decir que estoy mucho mejor.
Miro hacia atrás y me parece increíble el recorrido que he hecho. Pero estoy muy contenta de cómo lo he llevado todo. Ahora, por el camino, me encuentro a gente que empieza esta batalla. A vosotras y a otras que estéis pasando por este cáncer, tenéis que descubrir la fuerza que todas tenemos dentro, que aunque no lo creáis está ahí. Luchar, disfrutar de los momentos, y la mejor terapia que nunca falla es REÍR.
En varios artículos de la Esencia de Vivir, os hablo a menudo de la sonrisa, de reír, ¿Sabéis por qué? Porque es algo fundamental, potenciar el sentido del humor, para sobrellevar mejor el proceso del tratamiento y de la curación.
Durante mi enfermedad, he seguido siendo yo, no he dejado de sonreír, incluso reírme de mi misma… y os puedo asegurar que funciona. Todo esto puede parecer contradictorio, porque la palabra CÁNCER, suena algo serio, grave, sí, lo es, y hay que tener respeto, pero no podemos permitir que nos invada el miedo, nos merecemos ser felices, nos merecemos vivir.
También he podido comprobar lo satisfactorio que es ayudar a la gente. Con un simple gesto, con una sonrisa, porque si ayudas a alguien a reír le estarás ayudando a vivir.