Os explicaré como empezó todo:
Mayo de 2014, visita ginecológica rutinaria. Le comento al ginecólogo que el bulto del pecho izquierdo (un bulto que siempre he tenido) últimamente me molesta un poco. Hace la exploración y lo nota diferente a otras veces. Me prepara una petición para realizar una mamografía y una ecografía, los resultados parecen normales. Para mayor seguridad, me explicó que me hiciera una punción en el pecho para extraer líquido para una biopsia y me programaba otra visita para comentar los resultados.
Junio de 2014, nueva visita con el ginecólogo aportando los resultados de todas las pruebas. Me comenta que no es nada importante, ya que la biopsia ha salido bien, me aconseja operar para evitar posibles futuras complicaciones.
Enero de 2015, después de fiestas, decido operarme, el bulto cada vez me molesta más. He conocido a mi cirujano, recomendado por mi ginecólogo. Es una persona que transmite vitalidad, seguridad, confianza, me explica en qué consiste la operación. Quedamos para el día 8 en quirófano y me hacen la mastectomía en el pecho izquierdo.
Es mediodía, me han subido a planta, me despierto en mi habitación, todo ha ido bien. A primera hora de la tarde, el cirujano pasa a visitarme, está contento, ha podido hacer la operación muy limpia, sin complicaciones y quedará una cicatriz muy fina, con el tiempo casi no se notará. Nos explica que el tejido que ha extraído lo ha enviado a anatomía patológica, en unos diez días tendremos resultados, todo se analiza. Ahora a recuperarse y a esperar. Mañana me mirará la herida y si todo está bien para casa.
Es una tarde de invierno, hace mucho frío, y recibo la visita sorpresa de Marc, mi hijo. Lo trae su yaya “panina”. ¡Qué alegría me dan!
Quince días más tarde, voy a la consulta del cirujano, a quitarme los puntos, pero mi sorpresa fue que los resultados de la biopsia no habían salido bien, tenía CÁNCER DE MAMA. El impacto del diagnóstico fue brutal. Mi marido y yo nos quedamos sin palabras.
El doctor nos prepara los papeles y hace gestiones para que tengamos una visita con el oncólogo, previa a la operación. A partir de ahora será quién determinará los pasos a seguir.
Lunes 2 de febrero, tengo visita a última hora de la tarde con el oncólogo doctor J.D. El día ha sido muy largo, nervios, angustias, incertidumbre…llega el momento, 20:00h. Entramos en la consulta, nos recibe el doctor, es una persona tranquila, serena, habla con un tono de voz pausado y al mismo tiempo te va transmitiendo confianza, sencillez, notamos su experiencia y la vocación que tiene en su trabajo. En seguida nos comenta a mi marido y a mí, en qué consistirá la próxima operación. Nos hace un gráfico en una hoja de papel, dibuja el pecho indicando la zona a intervenir, hay que ampliar márgenes, quitar un ganglio centinela para analizarlo y ver que no se haya extendido ninguna célula cancerosa al resto del cuerpo.
Pregunto si tendré que hacer tratamiento de quimioterapia y radioterapia. Nos empieza a enseñar que la enfermedad que tengo se va tratando poco a poco, un paso te indica el siguiente, cada enfermo es diferente, todo se estudia, se analiza, se contrasta.
9 de febrero de 2015, segunda operación. Estoy en el quirófano y oigo que llega mi cirujano, siempre contento, dando ánimos, tranquilo, repasando mi historial médico al detalle.
Vuelvo a despertarme en la habitación, noto dolor en el pecho. Me visita mi cirujano, está muy contento, la operación ha ido bien, nos adelanta que en quirófano han hecho una biopsia del ganglio centinela y ha salido negativa (no hay células cancerosas). Ahora toca esperar, el tejido del tumor y el ganglio se han enviado a anatomía patológica para su análisis final. Los resultados en diez días.
De nuevo recibo la visita de mi chiquitín, es verlo y desaparecen todos los dolores, mal estar, temores, me llena de una energía positiva impresionante. Al cabo de un par de días vuelvo a casa, debo de hacer reposo y nada de esfuerzos. Sobre todo tener cuidado con el brazo donde me han extraído el ganglio, nada de coger peso. Esta segunda operación la recuperación es más dolorosa, más lenta.
24 de febrero a las 20:00h visita con el oncólogo. Estamos nerviosos pero tenemos la esperanza de que todo haya ido bien. El doctor, con los resultados definitivos de la biopsia, confirma que el ganglio centinela es negativo, pero tengo otro tumor. Tengo que volver a operarme. Me siento muy impotente, tengo rabia, pero quizás con más fuerzas que nunca. Le planteo al Doctor quitarme el pecho, me responde: yo de ti, no lo haría, estoy convencido de que será la última operación.
Poquito a poco, con paciencia que todo tiene su tiempo, las programaciones de las visitas, adaptarse a los horarios que tienen, la espera de los resultados de los análisis y biopsias. Los días son interminables, con muchos nervios, la recuperación post-operación, dolor, el querer y no poder hacer cosas. Todo llega y vas viendo las cosas diferentes, no queda más remedio que esperar y eres consciente de ello, por lo tanto, acabas adaptándote.
Hasta entonces había sido muy optimista y positiva en todo momento, de hecho soy una persona alegre y siempre veo el lado bueno de las cosas, pero el tener que someterme a una tercera operación en tan poco tiempo, me vine un poco abajo, solo pensaba en mi hijo, no quería que me viera mal, él empezaba a estar más nervioso e intuía que pasaba algo en casa.
3 de marzo de 2015, tercera operación, en quirófano todo ha ido bien. Estoy medio dormida cuando me doy cuenta de que estoy en mi habitación. Francesc, saluda a mi oncólogo, ha venido a visitarme. Espera que haya terminado con las operaciones. En unos días me comentará los resultados de la biopsia. También habrá acabado de decidir junto a su comité de oncólogos el tratamiento más eficaz para mí.