Por el camino, pruebas médicas, tres operaciones, anestesia general y demasiado dolor sólo para calmantes.
Martes 10 de marzo, estamos en la consulta de mi oncólogo. Estábamos contentos, antes de la visita habíamos recogido los resultados de la biopsia e intuíamos que eran negativos. Él lo confirmó, las operaciones habían terminado.
Empieza a explicarnos el tratamiento que debía seguir. Primero doce sesiones de quimioterapia (una por semana) y durante nueve meses un fármaco que se llama Herceptin, que se utiliza para reducir y controlar a la proteína Her2 que es la que puede volver a reproducir el tumor, ya sea en el pecho o en cualquier parte del cuerpo.
Cuando termine la quimioterapia, me programará una visita con el oncólogo radiólogo que determinará cuantas sesiones de radio tendré que hacer. También empezaré a tomar una pastilla hormonal diaria durante 5 años.
Mientras el doctor me lo explicaba, mi mente se bloqueó y se empezó a oscurecer. Lo que estaba escuchando no era lo esperado. Tenía muchísimo miedo, me sonaba todo horrible, no podía pensar, tenía ganas de llorar, pero debía de ser fuerte, no hundirme.
Me preguntó si tenía alguna duda. ¡¡Uuff!! ¡¡Pensé 1000 dudas!! Sobre todo: ¿Por qué? ¿Por qué yo? y ¿Ahora qué hago yo con esto?. En este momento me perdí.
Yo tenía la esperanza que no tendría que hacer quimioterapia, solamente la radioterapia, recuerdo que en las primeras visitas, el oncólogo me había comentado que posiblemente no fuese necesaria. Todo cambió con los resultados de la biopsia de la segunda operación, había otro tumor y tenía que hacerla.
Me explica que antes de empezar, tengo que hacerme un par de pruebas. Me van a implantar un porta-cath, es un dispositivo pequeño que se introduce bajo la piel en el pecho, tiene un tubo que va conectado a una vena central, es por donde me van a suministrar los fármacos de la quimioterapia. También lo utilizarán para la extracción de sangre en las analíticas de control que deberé hacerme. Evitarán la inflamación de la vena y el dolor a lo largo de esa vena donde se administró el fármaco.
Y la otra, es que hay que realizar una prueba del corazón, una Eco-Doppler Cardíac, consiste en mirar el corazón para ver cómo está para compararlo con la misma prueba al cabo de 3 meses de haber estado haciendo el tratamiento de quimio, y así ver que el corazón no haya sufrido ningún desgaste, ya que al ser un músculo, este tipo de tratamiento suele atrofiar la musculatura.
Al salir de la consulta, empecé a llorar y no pude parar hasta llegar a casa. Familiares y amigos me llamaban para ver cómo había ido la visita, pero yo no podía responder, cada vez que intentaba explicar, mis lágrimas sin más, brotaban de mis ojos. Esa noche no pude dormir, y a partir de ahí iban a ver muchas en velas.
Al día siguiente, mirando por internet, me puse en contacto a través del messenger del facebook, con un chico que también tenía cáncer, era más joven que yo, tenía 21 años y 4 tumores. Me sorprendió la positividad que desprendía, la alegría que transmitía, y no dejaba de darme ánimos, a pesar de su crítico estado. Entonces, abrí los ojos y supe que debía de cambiar de actitud y ser como soy yo, ALEGRÍA y SONRISA.
Me fue muy bien hablar con A.L. (estés donde estés, gracias piloto) a partir de ahí, me sentí mucho mejor, y esa buena sensación la podía trasmitir a mi familia y a mis amigos. Me volví a encontrar.